Sostenibilidad ambiental tras la pandemia

Durante décadas, las personas con conciencia ecológica han encontrado formas de adaptarse con recursos dentro de un mundo establecido en un valor predeterminado de conveniencia desechable.

Ya sea usando protectores faciales de tela, maquinillas de afeitar de acero o cepillos de dientes de bambú. O también llevándose una taza personal para los café, usando bolsas recicladas o pastillas de jabón. Los conservacionistas han encontrado formas de reducir los desechos personales y corporativos mediante la reutilización, el reciclaje y el rechazo a consumir productos en envases que no se pueden convertir en abono o reciclar.

Pero además puedes añadir la capacidad de llevar a casa las sobras, las bebidas para llevar en nuestros contenedores personales. Y comenzar a dejar hábitos como las compras de comestibles en línea donde el empaque adicional se convierte en un problema y el envío contribuye a las emisiones, y algunos podrían perderse.

 ¿Qué más podemos hacer?

Esta es la pregunta que debemos hacernos para seguir luchando con el desperdicio y el cuidado del medio ambiente. Y la respuesta podría encontrarse en modelos exitosos implementados en el pasado reciente.

En julio de 2019, Natural Habitat Adventures (Nat Hab) y World Wildlife Fund (WWF) organizaron con éxito la primera gira de aventuras sin residuos del mundo en el Parque Nacional Yellowstone. Los participantes iban desde autoproclamados veteranos experimentados del estilo de vida con menos desperdicio hasta novatos que buscan aprender.

Durante siete días, los viajeros aprendieron sobre los desechos y cómo mitigar mejor su producción personal. En un esfuerzo por producir menos del valor de un tarro de albañil de un cuarto de galón de desechos colectivos definidos como cualquier cosa que no se pueda reutilizar, reciclar o compostar. El éxito fue rotundo.

Sosteniendo la basura del mundo sobre nuestros hombros

Si antes del coronavirus fue un desafío mental y emocional comprometerse con un estilo de vida con menos residuos, en un mundo con un problema de basura que claramente está contribuyendo al rápido declive de nuestro clima y ecosistemas, es casi seguro que la tensión ha aumentado.
El desperdicio típico de alimentos asciende a 63 millones de toneladas cada año. Eso es el 40 por ciento del suministro anual de alimentos de varios países. Sin embargo, desde el comienzo de la pandemia, el desperdicio de alimentos en el hogar solo ha aumentado en un 30 por ciento , lo que según algunos estudios es una redistribución parcial de ese desperdicio de los restaurantes al hogar.

Nuevas redistribuciones

Desde la pandemía ha habido nuevas redistribuciones de bebidas, comida, enseres. Ya que restaurantes, escuelas y cafeterías corporativas, al verse obligados a parar han creado menos residuo. Así como los mercados de agricultores han estado enfocados al mercado alimenticio, significado un aumento en la entrada de alimentos en comparación al flujo de desechos.

Ya sea en el hogar o en la industria, el resultado sigue siendo el mismo: los alimentos desperdiciados producen gases de vertedero, que incluyen gas metano y dióxido de carbono (CO2) que contribuyen al calentamiento global. De los dos, el metano es particularmente dañino; es de 28 a 36 veces más eficaz para atrapar el calor en nuestra atmósfera que el CO2. El sesenta por ciento del metano en nuestra atmósfera es causado directamente por los humanos.

La cantidad de residuos plásticos en todo el mundo también ha aumentado. Y se prevé que solo se espera que empeore como resultado del COVID-19. Se pronostica que los desechos plásticos de un solo uso aumentarán en un 30 por ciento a nivel mundial este año como resultado directo de la pandemia. Objetos como mascarillas y guantes médicos desechables, recipientes para llevar alimentos y bebidas, desinfectantes de manos de tamaño de viaje, etc.

Repercusiones directas del COVID-19 al medio ambiente

La aparición del COVID-19 resultó en un uso global estimado de 129 mil millones de mascarillas médicas y 65 mil millones de guantes. Si tomáramos las máscaras ya fabricadas y las que se proyecta producir, podríamos cubrir toda la masa continental de Suiza. Todos esos desechos plásticos tienen que ir a alguna parte y, probablemente, una parte terminará en nuestros océanos.

En un año estándar, 8 millones de toneladas métricas de plástico ingresan a los océanos del mundo. Hay modelos que proyectan que para 2050 habrá más desechos plásticos en el océano que peces. Este año, es casi seguro que ese desperdicio aumente.

Dar un paso atrás la única opción que nos queda

Puede parecer desalentador, pero no significa fallar. De hecho, puede conducir a un mayor éxito. Esto no quiere decir paralizarlo todo de nuevo. Quiere decir encontrar soluciones sostenibles para nosotros, y para el planeta.
Cuando se trata de aventurarse en un estilo de vida sin desperdicio tener pequeños éxitos todos los días es clave.
Usar mascarillas de tela con filtros, lavables, reciclables. No comprar desechables, y reciclar en casa lo poco que se consuma. A veces se siente como dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, pero eso sigue siendo un paso neto hacia adelante. La importancia de los pequeños pasos parece poco, pero es mucho.

Algo tan sencillo como dejar de usar pajitas de plástico y comprar de otros materiales, ya es un cambio. Al dar ese pequeño paso como consumidores, llegamos a sentirnos empoderados y animados; tal vez nos convertimos en defensores acérrimos de prácticas de desperdicio menor o cero a escalas cada vez mayores.

Un pequeño paso con un gran impacto

La sostenibilidad no se trata exclusivamente de dar esos grandes saltos o hacer cambios monumentales. Piense fuera de la marcos establecidos.
Usa jabones y champús en pastilla. Cambia tuppers de plástico por cristal. Compra solo a granel usando bolsas de tela o recipiente reciclados.
Recicla los residuos que crees en casa: cartón, cristal, orgánico, parece complicado, pero no lo es. Solo son rutinas nuevas, y quizás nunca haya sido más importante intentarlo que ahora.

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